sábado, 12 de enero de 2008

...fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo...

PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ


Para que yo me llame Ángel González,

para que mi ser pese sobre el suelo,

fue necesario un ancho espacio

y un largo tiempo:

hombres de todo el mar y toda tierra,

fértiles vientres de mujer, y cuerpos

y más cuerpos, fundiéndose incesantes

en otro cuerpo nuevo.

Solsticios y equinoccios alumbraron

con su cambiante luz, su vario cielo,

el viaje milenario de mi carne

trepando por los siglos y los huesos.

De su pasaje lento y doloroso

de su huida hasta el fin, sobreviviendo

naufragios, aferrándose

al último suspiro de los muertos,

yo no soy más que el resultado, el fruto,

lo que queda, podrido, entre los restos;

esto que veis aquí,

tan sólo esto:

un escombro tenaz, que se resiste

a su ruina, que lucha contra el viento,

que avanza por caminos que no llevan

a ningún sitio. El éxito

de todos los fracasos. La enloquecida

fuerza del desaliento...


1 comentario:

Anónimo dijo...

qué bello, qué bello. Supongo que estás en cierto exilio interior pero intentaré poner al menos un pie a ese lado de la frontera para desearte toda la suerte y todo el acompañamiento posibles.

Ánimo y lo dicho: la enloquecida fuerza del desaliento

Miguel