Del libro "Inteligencia Intuitiva", Malcom Gladwell, 2005.
Ante una situación extrema, nuestro cerebro limita drásticamente el alcance y la cantidad de información que debemos procesar. Nuestra mente sacrifica los sonidos, los recuerdos y otras habilidades sociales para que seamos más conscientes de la amenaza que tenemos delante. El estado óptimo de excitación, según David Grossman, es cuando nuestro ritmo cardiaco se encuentra entre 115 y 145 pulsaciones por minuto. Por encima de 145 pasan cosas desagradables, fallan habilidades motoras complejas, resulta dificil realizar una cosa con una mano y no con la otra. La mayoría de nosotros cuando nos encontramos bajo presión nos excitamos demasiado y a partir de un determinado momento nuestro cuerpo comienza a cerrar fuentes de información que ya no sirven para nada. A 175 pulsaciones por minuto el proceso cognitivo empieza a desmoronarse. La parte frontal del cerebro se apaga y la central (la que compartimos con los perros) ocupa su lugar. Es inútil hablar con una persona en ese estado. En un número extraordinario de casos cuando a alguien le disparan se hace sus necesidades encima, con un nivel de pulsaciones tan elevado nuestro cuerpo considera que ese tipo de control no es una actividad prioritaria. La visión se limita, el comportamiento es cada vez más agresivo e inútil, la sangre comienza a retirarse rápidamente de los músculos. La explicación evolutiva es que se necesita que los músculos sean lo más duros posible, que se conviertan en una especie de armadura y que se limite la pérdida de sangre en caso de una herida.Estudios sobre actuaciones policiales demuestran que se producen reacciones desproporcionadas cuando interceptan a un sospechoso después de una persecución en coche a toda velocidad, es decir en un estado de sobreexcitación muy peligroso. (La paliza a Rodny King) Se ha demostrado que en zonas donde la unidad policial la compone un solo policía en lugar de una pareja, se producen menos denuncias contra la policía, los policías son más prudentes, siguen los protocolos estipulados de actuación y se mantienen alejados de situaciones donde pueden perder el control.
“Cuando tomamos una decisión en menos de un segundo, somos muy vulnerables a dejarnos guiar por nuestros estereotipos y prejuicios, incluso aquellos que no compartimos y con los que racionalmente no nos identificamos.” El psicólogo K. Payne ha realizado experimentos donde sienta a los sujetos delante de un ordenador y les muestra un rostro blanco o negro y a continuación muy brevemente una pistola o una llave inglesa. Los resultados eran los esperados, tras ver una cara negra era más fácil identificar una pistola o confundir la llave inglesa con una pistola pero si además les presiona para que respondan inmediatamente los errores se multiplican, bajo esa situación de presión los sujetos adoptaban el mismo comportamiento que las personas muy excitadas, renuncian a la información que les llega por los sentidos y recurren a los estereotipos.
miércoles, 19 de abril de 2006
perpetrado por
Clara
a las
18:00
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1 comentario:
Oye, es verdad a lo bestia. Una de las sensaciones que tuve en mi accidente de coche es que inmediatamente mi sangre se espesaba y mis músculos se endurecían a lo bestia como para evitar una gran hemorragia. Gracias a Dios no pasó nada
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